A contrario de lo que
muchos piensan, solo el 12,19 % de las instituciones del ejecutivo
nacional están precedidas por efectivos castrenses.
A raíz del nombramiento del Ministro de Defensa como máxima
autoridad de la Misión de Abastecimiento Soberano y la creación de
la empresa Camimpeg, una vez más se han desatado los cañones de la
mediática nacional, he internacional para descalificar la Fuerzas
Armadas Bolivarianas, la unión cívico militar y la supuesta
dictadura militarista en la que se ha transformado la Revolución
Bolivariana.
Suspicacia causa que casi ningún medio a dado a conocer la
investigación que hizo Hiterlaces, la cual como encustadora en su
página web se autodefinen de la siguiente forma: Agencia
de Inteligencia de Venezuela, especializada en servicios de
investigación de opinión pública y de mercados, análisis
situacional y consultoría estratégica, con énfasis en la
interpretación científica de la dimensión cultural y simbólica de
la sociedad. Dicha
investigación tiene datos reveladores que invitan a propios y
extraños a replantearse la percepción que existe en el imaginario
colectivo del pueblo venezolano sobre el tema militar.
La unión
cívico militar ha sido una estrategia que ha surgido en las
circunstancias más heroicas e históricas de la humanidad, muchas
naciones y pueblos han surgido gracias a ella y en Venezuela sus
antecedentes tienen orígenes gloriosos en las batallas de
independencia, en la Guerra Federal y en el derrocamiento o
superación de dictaduras y gobiernos represores y entreguistas como
los de la IV República.
El Comandante Hugo Chávez rescata esta forma de lucha y lo extrapola
al ejercicio de Gobierno apenas arranca la Revolución Bolivariana.
Sin la participación de las y los militares en las Misiones Sociales
y en todos los programas de asistencia al pueblo venezolano,
difícilmente hubiésemos podido superar la miseria y las
desigualdades en la que nos encontrábamos al entrar el siglo XXI.
En la actual situación que vive la nación, en la cual acceder a
artículos de primera necesidad debido al sabotaje económico y
financiero se ha vuelto una verdadera locura, las susceptibilidades
sociales y psicosociales están a flor de piel y los laboratorios
detrás de la guerra, manejan muy bien cuales son las fortalezas de
la Revolución y las debilidades, ambas son atacadas desde varios
frentes de batalla, para lo cual se les hace imprescindible, romper
con la cercanía del pueblo con su FANB y viceversa.
La Guerra contra la FANB tiene fundamentalmente dos frentes de
batalla, el internacional en la cual ellos hacen ver que en Venezuela
hay una dictadura militar, instituciones dirigidas casi a plenitud
por efectivos castrenses, persecución y violación de los derechos
humanos a la disidencia dentro y fuera de gobierno y por otra parte,
en el frente político donde también es atacada esta institución
con argumentos similares, magnificando la desigualdad que existe
entre “cíviles y militares” y principalmente acusándolos de
ineficientes en el ejercicio de las políticas públicas y que todo
cuanto asume un o una oficial de la FANB, está destinado al fracaso
y será objeto de inevitable corrupción.
Sin querer plantear una Venezuela fantasiosa, ni mágica en la que no
existe la corrupción, ni las desigualdades; la investigación de
Hinterlaces es el comienzo del desmonte sobre este tema y nos muestra
datos que nos ayudan a comprenderlo mejor.
Este dato arranca un proceso de investigación que desarrollaremos en
la segunda parte de este escrito, pero que nos da luces de la
equivocada percepción que las y los militares lo deciden todo y que
están detrás de todas las decisiones del Ejecuttivo Nacional.
Lo que si es seguro, es que las armas son un poder más que evidente
y el origen socio económico con el que nacieron nuestras Fuerzas
Armadas, atentan contra los intereses históricos y fácticos para
los que fueron creadas dentro del sistema hegemónico. La unidad
cívico militar implica un verdadero problema para los intereses de
las grandes transnacionales que ambicionan sin ninguna restricción,
los recursos naturales de Venezuela y consideran que con oficiales
más dóciles y complacientes lo pudiesen conseguir. Ellos entienden
que más allá de las desviaciones y fallas, inoculadas por el
metabolismo del capitalismo dentro de la Revolución. Dividir el
trinomio: pueblo, partidos y gobierno bolivariano es el objetivo
central de nuestros enemigos y el nuestro debe ser cuidarlo a toda
costa y dejar la estupidez de la división, en el oscuro fondo de la
traición histórica. Hay una tacita de plata que no podemos soltar
es la Unión Cívico militar, la cual por siempre hay que cuidar.
La Unión Cívico-Militar es uno de los conceptos más antidemocráticos de la propuesta chavista. El ejército no es un sector de la sociedad con perfil propio como para tener que hacer un pato con él. Las Fuerzas Armadas son un sector más del estado democrático, un componente que tiene su rol y sus funciones bien definidas en la constitución, como las enfermera y los bomberos el suyo. Solo una concepción militarista les da ese carácter de "sector" con el cual se deben hacer unones o alianzas. Si las Misiones dependieron de la participación del ejército al expremo de considerar imposible que huiesen ocurrido sin esa participación, eso habla mal de quien las organizó, lejos de subirle el perfil al rol social de la FFAA. El estado democrático es uno e indivisible, todos formamos parte de el en el puesto que nos crrespnde, el acceso al poder es electoral y no hay otro. El empresariado es muy dado a sentirse "sector" también y a solcicitar tratos especiales, lejos del consenso que significa la vida democrática. Por esa vía, le abriríamos espacio a el estado corporativo, donde cada "sector" tiene que estar representado sin someterse a el escrutinio popular. No es pues elnúmero de soldados que ejercen funciones de goierno lo que determina el militarismo, sini la propia concepción de que hace falta una unión cívico-militar, que más que una tacita de plata parece un corset que quieren poner quienes tiene el mandato constitucional del monopolio de la violencia para la defensa de la soberanía
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