Prensa Cuatro F/ Fernando E. Rivero O
Foto: Archivo
Estados Unidos en el Medio Oriente.
Desde la primera mitad del siglo XX dominar la Eurasia se constituyó
en una ambición geopolítica para imponer la hegemonía a escala global.
Dicha área fue concebida como el pivote de proyección de fuerza marítima
y terrestre a varias regiones estratégicas del mundo como el norte de
África, Europa del Este y Asia Occidental.
Esta concepción fue recogida originalmente en la “Teoría Heartland”,
planteada por Sir Mackinder, luego asumida por las principales
potencias capitalistas del orbe. Dominar el “Corazón del Mundo” para
dominar el planeta entero se erigió en la inspiración de la política
exterior de diferentes gobiernos de Estados Unidos y especialmente,
desde los años 50 del siglo pasado durante la presidencia Dwight
Eisenhower.
En la Eurasia se encuentran las mayores reservas de hidrocarburos probadas. Esto tuvo gran relevancia tanto en el marco de la “Doctrina Anticomunista” como en la subsecuente “Doctrina de Contención” militar de la Unión soviética, afinada por Eisenhower.
Culminada la “Guerra Fría” el imperialismo estadounidense acuñó el proyecto de dominación mundial enmarcado en el documento “El Nuevo Siglo Americano”.
Esta apuesta geopolítica, que refrenda el afán de controlar la Eurasia,
se traza la conquista económica, política y militar de áreas relevantes
por sus recursos naturales. Se trata de un diseño que concibe al
petróleo como herramienta geoestratégica o fuente de poder.
Siria: Partera de una Nueva Geopolítica.
La Eurasia está en el centro de la tempestad geopolítica actual.
Sufre una guerra por fases que deja como legado el “caos constructivo”
soñado por Brzezinski necesario para el control imperial del área. La
violenta ingobernabilidad en Afganistan, Irak, Libia y Siria son el
reflejo de esta Doctrina.
Detrás de la guerra en Siria también están las pretensiones
coloniales de Francia, Inglaterra, Arabia Saudita y Turquía, entre
otros. Controlar Siria significa evitar la construcción del gasoducto
desde el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo. Derrocar a Bashar
Al-Asad permite fortalecer a Turquía y demás aliados de occidente en la
región, así como a la OTAN como avanzada militar encabezada por Estados
Unidos.
Iniciada la guerra Estados Unidos se incorpora a fin de imponer
militarmente a sus aliados. Pero desde mucho antes de las operaciones
militares rusas en Siria, ya algunos intelectuales del imperialismo
norteamericano abogan por frenar política, económica y militarmente,
tanto a Rusia como a China en virtud de que son los únicos contendores
de Estados Unidos que amenazan su supremacía global.
En consonancia, con ello la “Doctrina Wolfowitz”
orientó la política exterior de Estados Unidos hacia intervención
militar de éste país a fin de evitar el surgimiento de potencias
competidoras que cambiaran la hegemonía unipolar surgida del fin de la “Guerra Fría”. Allí nace la “Guerra Preventiva” de la administración de George W. Bush.
Evitar el surgimiento de competidores es el reto actual de la alianza
de Estados Unidos e Inglaterra. Triunfar militarmente es dejar en
segundo plano el impacto de la crisis económica del capitalismo.
Doblegar a Siria también es torcer el brazo nuevamente a Rusia y China.
Imponer la agenda geopolítica de Estados Unidos e Inglaterra
en Siria,
es socavar el rol como potencias mundiales de Rusia y China.
Rusia operando militarmente en Siria retoma su protagonismo en el
orbe. Los rumores de participación de China en estas operaciones en el
Medio Oriente marcan las relaciones de poder en el plano internacional.
Esto es ya el inicio de una disputa por la hegemonía mundial que
reconfigura la geopolítica del orbe.
Venezuela ante el Espejo del Futuro.
La crisis descrita en Siria crea lecciones de interés para la
Revolución Bolivariana. El imperialismo no desmaya en su afán de reducir
la soberanía de los pueblos. La economía estadounidense necesita los
hidrocarburos porque es vital para su funcionamiento. En sus planes
nunca está descartada la vía militar para imponer sus intereses.
Rusia emerge como aliado militar potencial frente a operaciones
encubiertas de Estados Unidos y la OTAN. Rusia y China son ya
competidores también en el plano militar para la potencia del norte y en
consecuencia, su papel en Siria es un precedente que no se puede
obviar. El acercamiento de Rusia y China con Latinoamérica representa
una disputa futura por áreas e intereses vitales para Estados Unidos.
Por su parte, Venezuela también es parte de una importante
resistencia ante la hegemonía imperialista de los Estados Unidos. Sin
dudas, un referente anti sistémico y además situado sobre un mar de
petróleo. Por ello, también sufre la programación del “caos constructivo” encaminado a balcanizar al país.
La MUD no firma el acuerdo propuesto por el Consejo Nacional
Electoral porque un sector de ella está casado con un escenario como el
de Siria. El paramilitarismo infiltrado en Venezuela es una prueba
contundente. El audio del empresario Lorenzo Mendoza y Ricardo Haussman
confirman el agresivo y apátrida plan de la burguesía.
Cabe recordar, Colombia no sólo es una importante base militar del
imperialismo sino también su oligarquía es la punta de lanza para el
ingreso de la OTAN en la región. La agresión militar contra Venezuela no
está descartada, es un escenario en el diseño estratégico de los
poderosos.
Victorias patrias como la del 6 de diciembre son fundamentales para
preservar la paz del país, un muro de contención ante los planes de la “Casa Blanca” y un paso necesario pero no suficiente para hacer realidad la superación del capitalismo.
0 comentarios :
Publicar un comentario