Bien
sugerente esta frase gritada en el Gobierno de Franco, para describir
la estrategia por la que ha optado el Imperialismo encabezado por
EE.UU en los últimos 10 años, en respuesta a la inevitable crisis
del sistema que dirigen y que por sus propias contradicciones está
destinado a su inevitable derrumbe.
Afganistan,
Irak, Palestina, Honduras, Libia, el asesinato televisado de Sadam
Hussein y ahora el sadismo que ha provocado el asesinato de Muammar al
Gaddafi, no son más que la reafirmación del título de estas
palabras. Son un agresivo proceso de intimidación a los y las
millones de personas que en más de 80 países se movilizan con sus
intensidades y matices contra la lógica del capital; son una brutal
respuesta a los procesos de liberación que recorren Latinoamérica y
suenan como campanas de alegría y felicidad de nuestros pueblos.
Así,
nos han mostrado por televisión, web y prensa durante meses el
genocidio de un pueblo por razones humanitarias y con la mayor desfachatez han derrocado y aniquilado a un Gobierno pasándole por
encima a todas las hipócritas convenciones internacionales que ellos
mismos suscribieron.
Varias
lecciones nos dejan estos últimos años de intimidación Imperial,
pero debemos considerar de vital importancia algo: las potencias
hegemónicas cualquiera que sea su posición no negocian de tú a tú
con países periféricos o “patios traseros”, simplemente los
usan y cuando les conviene los desechan.
Entonces, las Revoluciones
no las hace el dinero, ni que seamos una gran potencia, que sin lugar
a duda ayudaría a palear las grandes carencias de nuestro pueblo.
Las
revoluciones solo se mantienen con un pueblo organizado, cociente y
armado, capaz
de derrotar la cultura de la muerte y levantar con la mayor
inteligencia la bandera del Socialismo, como única solución a las
grandes tragedias del mundo actual.
Gustavo Villapol
Comunicador Popular
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